Importancia de la detección temprana de enfermedades en soja

Importancia de la detección temprana de enfermedades en soja

El monitoreo y el control de enfermedades en soja en etapas tardías (EFC) resultan un aspecto clave para el cultivo de la oleaginosa, por ser uno de los principales factores reductores del rinde.

Dentro de las principales limitantes del cultivo de soja en Argentina sin duda se encuentran las enfermedades, que han aumentado en importancia debido a los cambios climáticos, a la generalización del sistema de siembra directa o con cubierta de rastrojos y a la inexistencia de cultivares con resistencia a la mayoría de las enfermedades.

Éstas son una limitante que pueden llegar a generar daños importantes en el rendimiento final, como consecuencia del parasitismo que ejercen los patógenos aprovechándose de la energía producida por el cultivo, generando pérdidas de carbohidratos y nutrientes producidos o de reserva, que podrían haber sido destinados hacia fines reproductivos. Al ser enfermedades foliares, producen clorosis y necrosis que afectan la fotosíntesis, disminuyendo la intercepción de radiación y aumentando la reflectancia.  

Algunas de las patologías más comunes son: Septoria glycines, Cercospora kikuchii y Cercospora sojina, comúnmente conocidas como mancha marrón, tizón de la hoja y mancha ojo de rana, respectivamente. Estas tres enfermedades conforman el grupo de las denominadas enfermedades de fin de ciclo (EFC). Si bien, la mayoría de los patógenos responsables de las EFC poseen un periodo de incubación y latencia larga, generalmente manifiestan sus síntomas al final del ciclo del cultivo, en los estadios reproductivos.

Los hongos que generan las EFC son necrotróficos (sobreviven en tejido muerto), por lo que la fuente inicial de inóculo puede estar en las semillas afectadas o en el rastrojo infectado de años anteriores.

 

Mancha Marrón
Septoria glycines

Aunque es especialmente una enfermedad foliar, Septoria glycines puede afectar tanto tallos y vainas como semillas. Se puede manifestar durante todo el ciclo del cultivo, pero se generaliza en los estadios reproductivos intermedios o avanzados, a partir de R5/R6. Sus síntomas se reconocen como formas irregulares de manchas de color marrón, inicialmente pequeñas, que luego se unen cubriendo gran parte de la superficie de la hoja.

La característica principal para su identificación es la presencia de un área clorótica que rodea las manchas. La enfermedad avanza desde las hojas inferiores hacia las superiores, las cuales caen, pudiendo causar una importante defoliación.

Su desarrollo se ve favorecido por temperaturas medias diarias mayores a 21ºC y alta humedad ambiental, lo que provoca la esporulación del hongo. Un mayor espaciamiento entre surcos y fuertes precipitaciones favorecen la dispersión del hongo, desde los rastrojos hacia las hojas inferiores.

 

Tizón de la hoja
Cercospora kikuchii

Como respuesta a la toxina que produce el patógeno Cercospora kikuchii, que se activa con la luz solar, surgen en las hojas superiores coloraciones púrpura-rojizas y lesiones irregulares formando áreas necróticas, produciendo una defoliación que comienza desde las hojas superiores. También pueden encontrarse en los tallos, además de necrosis en las nervaduras y en los pecíolos. El avance del tizón de la hoja se incrementa hacia el estadio R3. Las infecciones más severas pueden afectar las vainas y las semillas.

Al igual que la mancha marrón, su desarrollo se ve favorecido por temperaturas de 28-30º C y largos períodos de humedad.

 

Mancha Ojo de Rana
Cercospora sojina

Los síntomas más comunes de Cercospora sojina son lesiones, principalmente en hojas, con formas circulares a angulares, centro claro y borde oscuro que se tornan beige pálido y sobre las cuales se forman conidios libres de color pardo oscuro. Es común confundir estos síntomas con el quemado por fitotoxicidad. A diferencia de la mancha marrón y el tizón de la hoja, mancha ojo de rana puede presentarse también en estadios vegetativos, por lo que no ´se considera una EFC exclusiva.

De las EFC, ésta es la que necesita mayor temperatura y humedad, con mínimos por encima de 20º C, lluvias abundantes, rocío y una humedad relativa superior a 90%.

 

Manejo

El monitoreo periódico, detallado y profesional es siempre el primer paso, algo que es fundamental para la detección temprana tanto de plagas como de enfermedades. Siempre se debe registrar un resultado concreto documentado de cada monitoreo, con variables medibles y comparables que permitan tomar las decisiones (ej. cantidad de nudos afectados). Se debe realizar cada siete días, evaluando toda la planta y relevando las variables importantes.

Si bien los síntomas se observan al final del ciclo, las EFC acompañan al cultivo durante casi todo su desarrollo, por lo que se debe intensificar el monitoreo cuando empiezan los estados reproductivos, desde R1, integrando la información relevada con las condiciones ambientales y los pronósticos.

Aunque no es fácil determinar el momento oportuno para el control químico, las recomendaciones indican que se deben considerar tanto el nivel de presión de la enfermedad como el estadio del cultivo y el ambiente.

Según especialistas, la variable que más explica la eficiencia de la aplicación es el valor de las precipitaciones ocurridas entre R3 y R5, recomendando la aplicación si se acumulan de 50-60 mm (en eventos de al menos 7 mm). Por lo tanto, ante un ambiente lluvioso entre R3 y R5 y síntomas de presencia de EFC, habrá respuesta positiva a la aplicación del fungicida.

Los activos más utilizados y recomendados para este control son las mezclas de triazoles (propiconazole, ciproconazole, entre otros) y estrobilurinas (azoxystrobin, piraclostrobin, trifloxistrobin, etcétera), ya que mediante la combinación de sus características se logran acciones preventivas, curativas y erradicantes de las enfermedades, reduciendo el riesgo de aparición de cepas resistentes.

Los triazoles tienen una acción sistémica, de movimiento traslaminar y de movimiento acropetal, desde abajo hacia arriba. Tienen acción preventiva, curativa y de algún modo funcionan como erradicantes, destruyendo el micelio del hongo dentro de la planta. Debido a su acción acropetal y sistémica, los triazoles protegen los puntos del crecimiento.

Las estrobilurinas son reconocidas como fungicidas con acción preventiva, curativa, traslaminar y locosistémica. Su mecanismo de acción se basa en la inhibición de la respiración, deteniéndose entre otras funciones básicas celulares, las síntesis de proteínas, ARN y ADN, debido a una deficiencia en ATP.

 

TRITON® es un fungicida foliar de acción sistémica y mesostémica, formulado en base a protioconazole 17.5% + trifloxistrobin 15%. Su acción es tanto preventiva como curativa. El trifloxistrobin tiene una actividad mesostémica caracterizada por una afinidad con la superficie de la planta, una distribución por movimiento de vapor superficial y reubicación en la superficie vegetal y una penetración del tejido con movimiento traslaminar.

Es particularmente activo sobre la germinación de esporas y el crecimiento del micelio en la superficie de la planta. Inhibe también el desarrollo de patógenos como la formación de haustorios en la epidermis del tejido vegetal. Por su parte, el protioconazole actúa en forma preventiva, curativa y erradicativa, con acción sistémica y de contacto.

 

AZOXY PRO® es un fungicida de acción sistémica y de contacto, a base de azoxystrobina 20% y ciproconazole 8%. La combinación de principios activos asegura una gran versatilidad, obteniendo un producto de acción sistémica y de contacto, con alta persistencia y rápida acción, que actúa de forma preventiva, curativa, antiesporulante y erradicante. Su acción inhibe la respiración mitocondrial de los hongos a través del bloqueo de la transferencia de electrones entre el mitocondrio b y el citocromo c,